"No soy escritor ni pensador, soy mirador. Nada más. Me gusta el esparadrapo que me impone el silencio fotográfico.
Fotografío para no pensar y para confirmar mi identidad de una forma introspectiva. Mi trabajo es un arrebato de conmigo mismo, el único modo de huir de la nostalgia, tan traicionera, que todo lo emborrona y moldea. Alzo mi cámara y fotografío arcadias perdidas que forman parte de la argamasa que sostiene y cimienta lo que hoy somos. Utilizo los espacios físicos como escenarios y a los sujetos fotografiados como figurantes en una suerte de recreación visual enigmática que explora sensaciones y sentimientos vividos propios de la infancia, pubertad y adolescencia, etapas vitales de la construcción de la identidad.
Mi mirada está vinculada a un procedimiento flaneurista, de deriva distante e impasible, casi desencantada, apoyado en un documentalismo subjetivo-expresivo que permita que el espectador final cree su propia historia. A veces, me siento agarrado por un sitio y accedo a una realidad oculta. Me interesan las brechas de irrealidad que se abren ante una observación insistente. Mis fotografías son la puerta de entrada a un universo real y mágico de emociones y recuerdos.
Trabajo cómodo en la inmediatez del formato digital, sin esperas, con control inmediato del material y con agilidad de producción. Citando a Susan Meiselas, “la cámara es una excusa para estar en un lugar al que, de otro modo, no perteneces. Me da tanto un punto de conexión como un punto de separación”.
Si la fotografía conlleva algún tipo de responsabilidad, no la quiero para mí, por ahora."
David GUERRERO. Vitoria-Gasteiz, 2020.